Que son los puntos de Acupuntura
- alvaro ramirez medina
- 13 may
- 4 Min. de lectura
"No hay en el hombre mayor misterio que el de sus silencios interiores. Y quizás, entre esos silencios, vibren los hilos invisibles por donde corre la vida".
I. La momia que hablaba sin palabras
En un día cualquiera de 1991, en lo alto de los Alpes de Ötztal, donde las nieves eternas muerden la roca y el viento sopla con la desmemoria de los siglos, unos montañistas tropezaron con el tiempo detenido. Lo que hallaron no era simplemente un cadáver fosilizado por el frío: era una historia grabada en la piel. Ötzi, como luego lo llamarían, llevaba en su cuerpo 61 tatuajes. No eran decorativos. Eran señales.
Un acupuntor, observador y curioso, notó algo insólito: los tatuajes coincidían con puntos que hoy usamos para tratar la artritis. Y Ötzi, según reveló la tomografía, tenía artritis. El hallazgo, recogido incluso en The Lancet , dejaba una pregunta flotando en el aire glacial: ¿podría ser que la acupuntura, o algo muy parecido a ella, se usara hace más de 5.000 años, mucho antes de que los chinos la nombraran?
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II. Antes del HuangDi Neijing ya se pinchaba el cuerpo
La datación por carbono fue clara: Ötzi vivió hacia el 3200 aC, unos 2.000 años antes del HuangDi Neijing , el gran clásico de medicina interna china. ¿Y si no fue China la primera? ¿Y si los canales y puntos no nacieron de una sola cultura sino del cuerpo humano mismo, como respuesta universal a su necesidad de sanar?
Las crónicas también hablan de los mayas: aquellos sabios del calendario y el cacao, que usaban espinas de árboles para pinchar el cuerpo en puntos precisos. No conocían a los chinos, pero conocían el dolor y la cura. ¿Y si la acupuntura, como la música o el fuego, fue un descubrimiento convergente?
III. Canales y puntos: el correo interior del cuerpo
Un buen acupuntor, de esos que no sólo pinchan, sino que escuchan el pulso como quien escucha la lluvia, sabe que los puntos no existen solos. Son estaciones de un ferrocarril invisible: los canales. Un sistema de mensajería, sí, pero no como el correo electrónico, sino más como el correo de los sueños: silencioso, profundo, cargado de símbolos.
El Qi viaja por esos canales como el agua por un río subterráneo. Los puntos son lugares donde la corriente se altera, donde hay un vórtice, una puerta, una posibilidad. Un cuerpo sin canales sería una casa sin pasillos. Un cuerpo sin puntos, un mapa sin ciudades.
IV. Puntos Shu: el cuerpo como geografía de agua
Los chinos antiguos, que observaban con la paciencia de quien mira cómo crece el bambú, organizan los puntos según un modelo que bebe del agua. Así nacieron los puntos Shu , que siguen el flujo desde el manantial hasta el mar:
Puntos Pozo (Jing-Well): en las uñas, donde nace la energía como el primer brote.
Puntos Manantial (Ying-Spring): en la palma o planta, donde el agua comienza a correr.
Puntos Arroyo (Shu-Stream): en muñecas y tobillos, donde se juntan afluentes.
Puntos Río (Jing-River): en espinillas y antebrazos, donde el curso se ensancha.
Puntos Mar (He-Sea): en codos y rodillas, donde el agua desemboca en el océano.
No es casualidad. Todos estos puntos coinciden con zonas de gran cambio anatómico: articulaciones, uniones musculares, cruces vasculares. Son umbrales, donde el cuerpo se pregunta a sí mismo si seguir igual o transformarse.
V. Entre el embrión y el misterio
En los niños, el cuerpo no está hecho: está haciéndose. El Qi, como la savia en primavera, circula con fuerza y ordena. Se regeneran dedos, se curan huesos. Los puntos de acupuntura, entonces, podrían ser vestigios de ese sistema de control embrionario que luego se silencia, pero no desaparece.
La ciencia moderna llama a esto morfostatos : centros bioquímicos que conservan la forma y la coherencia del cuerpo. ¿Y si los puntos eran eso? ¿Y si al pincharlos, reaccionamos ese antiguo sistema de crecimiento, de adaptación, de reparación?
VI. ¿Por qué pinchar aquí y no allá?
Pinchar no es agredir. Es invocar. Es tocar la campana en un monasterio del interior. Pero, ¿por qué algunos puntos causan más efecto que otros? ¿Por qué un punto en el pie puede aliviar una migraña? ¿Por qué un pinchazo en la muñeca calma el corazón?
Porque el cuerpo, aunque tridimensional, se organiza como un poema. Con rimas internas, con metáforas somáticas. Lo que ocurre en el intestino se refleja en la lengua. Lo que aprieta en el pecho se libera por la espalda. Los puntos son metáforas biológicas: conectan lo que la mente aún no comprende.
VII. En el mapa secreto del cuerpo
Cuanto más compleja es una región del cuerpo, más puntos albergan. La cara, con su densa roja de nervios, músculos y fascias, está llena de puntos. La línea alba del abdomen, ese surco que divide el cuerpo en dos, guarda puntos relacionados con el Bazo y el Riñón. Las curvas y cambios de densidad fascial, como en las costillas o las ingles, son como faros anatómicos.
Así, el acupuntor navega no por un mapa arbitrario, sino por un alivio emocional y morfológico. Sabe que donde hay cruce, hay energía. Donde hay tensión, hay mensaje. Donde hay dolor, hay puerta.
creer para ver, tocar para sanar
Al final, no se trata de creer en la acupuntura. Se trata de sentirla. De comprender que el cuerpo no es una máquina, sino un campo de relaciones. Y que los puntos no son interruptores, sino versos en la canción que el cuerpo canta para no enfermar.
Decía Delibes que “el hombre es un animal que tropieza en su alma”. La acupuntura, quizás, sea un modo de ayudarle a no tropezar tanto. A reencontrarse con sus causas internas. A recordar, en silencio, que aún en la piel más curtida, hay lugar para el asombro.

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